Quien, alguna vez, no hubo elegido,
por una cursilería trasnochada,
ó no ha logrado saber ó no ha sabído
conocer un placer tan distinguido,
como el de comerse un plato de fabada,
no sabe lo que entonces se ha perdido
y va a ser siempre una persona cabreada.
Puestas sobre la boca, a cucharadas,
esas humildísimas legumbres,
esas alúbias sabrosas, delicadas
y , además, recien sacadas de la lumbre,
nos advierten que existen aún costumbres
que merecen que sean evocadas.
Y ,una vez que fueron trasegadas,
harán que te sientas más ufano
y, aunque no es de personas educadas,
es perdonable por todo ser humano
que alguna flatulencia incontrolada,
pueda escaparse por el ano.
MORALEJA:
No es la fabada, para nada, responsable
y tampoco hay por qué cogerla miedo,
ni debe señalarse con el dedo
a quien, en actitud poco loable,
quiera, sin querer, tirarse un pedo.
3 comentarios:
-Que idea tan buena, mañana para comer fabada, con su oreja y su papada.
-Estaré tan contento, que hace frio y apetecen.
-¿Quien dijo miedo? nada de miedo, que despues de esta coplilla tan buena, la digestión será estupenda.
¡Gracias hermano y buen provecho!
¡¡Muy bien traida la coplilla, Lusitio!! No todo va a ser política y cachondeo. También el espiritu necesita recuperarse. Y para ello nada mejor que unas alubias con lo que sea.
¡¡¡¡EXHORABUENA!!!
Si por comer fabada
me tiro pedos
mañana como
lacón con grelos
y si aún así
los sigo tirando
apartaros majos
que voy apestando
Seguiré con las espinacas
que no tiro pedos
y sigo con las caderas flacas.
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