Un manotazo duro, un golpe helado
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal los ha matado.
Ando sobre ataúdes de difuntos,
sin calor de nadie, sin consuelo
y voy del corazón al mismo asunto:¡Poner el grito en el cielo!.
Silencio en mi amanecer,
veo turbio mi mañana,
mis ilusiones son vanas
y he de quedarme en mi ayer.
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