Llega el Conde a su mansión.
El mayordomo, atentamente, le abre la puerta, agacha la cabeza y
reverencialmente lo saluda:
Adelante, hijo de la gran puta, ¿de dónde viene el señor Conde con esa cara
de gilipollas amariconado?
A lo que el Conde, sonriente, le contesta:
De comprarme un audífono..
2 comentarios:
¡Toma ya! Ja ja ja, no puedes fiarte, las nuevas tecnologías audífonas hacen inapreciables los sonotones, este mayordomo estaba acostumbrado a la trompetilla y claro...
¡Tierra, trágame!. Ya debe de estar engrosando las listas del paro. Ja,ja,ja,ja,ja.
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