Sr. Rajoy:
Esta carta que le escribo
es la de un desesperado
que, por suerte, aún está vivo,
español y, como todos, parado.
y a su modesta pensión
y a que perdió la razón
e ignora que se la "vuelo".
Dices conocer el rumbo,
pero tu no explicas cual;
mientras, el barco, va mal
y nosotros dando tumbos.
No aguantamos más, Mariano,
comemos en días alternos;
créeme, tenías que vernos,
a mí y a mis cinco hermanos.
Y nada de pactos de Estado,
que es burlar la democracia;
sino ¿para qué votamos
si luego os ponéis de lado?;
¡no te jode!, ¡vaya gracia!.
Si tu no sabes, dimite,
deja que otro lo resuelva,
siempre claro que no vuelva
el que pide que te quites.
Yo ya no se donde estoy,
no se si voy o si vengo,
dime tu que puedo hacer,
solo se que ya no tengo
comida para comer.
P.D.: ¿Por qué has fallado, Rajoy,
cuestión que, ya ves, mantengo
porque en esto me entretengo
los festivos, como hoy.
EL TROVADOR IMPERTINENTE
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