Salí una noche del baño
y mi esposa me miraba,

¿de donde ese gusto extraño,
en estos últimos años,
usando ropa interior
de negro y serio color
que ya, de verdad, me aburre?.
¿Acaso no se te ocurre
ponerte de otro color?.
Yo me mostré indiferente,
caminando muy despacio,
levanté en mi mano un vaso
y allí sumergí los dientes.
Miré a mi mujer de frente
y le dí una explicación:
Muchos colores usé
cuando "aquello" firme estaba,
y el fuego que me quemaba
contigo lo disfruté.
Hace un tiempo lo apagué,
nunca he sido un disoluto,
y lo que digo es bien cierto;
mas si el "pájaro" está muerto,
el nido viste de luto.
EL TROVADOR IMPERTINENTE
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