EL TROVADOR IMPERTINENTE
Para un cerebro sin atajos como el mio,
el primer discurso que oigo es el que vale;
si después me lo cambian, me hago un lío,
al final, de esa persona, no me fío,
por mucho que el oído me regalen.
por mucho que el oído me regalen.
Si me dicen: "hay que tomar el cielo por asalto",
al instante me embarco en esa nave,
por pretender subir a los más alto.
Si el rumbo cambia, joder, me sobresalto
y me apeo, no sea que, por necio, me la claven.
Y hay un señor, que se peina con coleta,
que se ha bajado del cielo a las praderas,
ahora está dulcificando la receta,
ha cambiado, por la de Heidi, su careta,
como haciéndonos creer que se modera.
Majete: No me la dás;
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